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Sin mercado no hay paraíso. Artículo de Luis Vicente León @luisvicenteleon
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7:45
Si los ideológicos ganan la batalla, los consumidores no tendrán la leche que quieran...
LUIS VICENTE LEÓN
En Twitter: @luisvicenteleon
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La restricción cambiaria inunda el debate en estos días. No hay certeza de nada. Es imposible asegurar si estamos viviendo una sequía momentánea o el cerco vino para quedarse. Pero algo parece claro: la batalla dentro del chavismo, entre ideológicos y pragmáticos, está en pleno desarrollo.
Por ahora, el líder de los ideológicos domina la escena. Parece tener entre ceja y ceja evitar nuevas emisiones de Pdvsa y cerrar el paralelo. Para alguien que cree que el Estado debe controlar plenamente la economía ese mercado es una herejía.
Consideren que hasta ahora la economía estaba en un corral con tres puertas. En la de Cadivi y Sitme hay portero oficial. El de la primera puerta es una especie de Mocho Brujo, que hace lo que los anfitriones ordenan. En la segunda esta el Mocho Junior. Duro en la entrada, pero más moderno y liberal en su manejo cotidiano. Demasiado liberal, diría un socialista puro. Uno podría imaginar una instrucción así: "a este me le bajan el número de tarjeticas". Pero el problema fundamental se les presenta en la tercera puerta. Ahí no hay portero, solo un letrero, descolorido, que dice: "NO PASE". Sólo una parte del mercado hace caso a esa instrucción (las empresas grandes encabezan la lista). Pero los ideológicos saben que el resto del mercado entra y sale por esa puerta como los pranes de cualquier cárcel local. Lo interesante es que esa puerta, estúpidamente ilegal, es la que ha impedido el colapso de la economía. Es el último resquicio de mercado que tiene el país. Por ahí se complementa parte importante de las importaciones de productos, servicios y repuestos que la economía necesita y aprecia. Pero ese mercado también sirve para que muchas empresas accedan a divisas que les permitan garantizar a sus proveedores internacionales el pago en dólares que Cadivi se retrasa en hacer. Sin esas garantías, las importaciones de bienes esenciales serían aún más engorrosas y en muchas ocasiones imposibles.
Los ideológicos insisten que cerrar esa puerta no afecta la importación de bienes esenciales y para ellos el desabastecimiento del resto de los productos es irrelevante. Como me decía un enardecido socialista: "Necesitamos una sola marca de leche completa... y la descremada es de mamitas". Esa es una afirmación primitiva, miope, falsa y discriminatoria, con las que se patea la calidad de vida y el derecho de los consumidores. Mientras decía eso, recordaba la época en que un venezolano podía escoger el tipo de leche, el empaque y la marca que quería, como en cualquier país decente... y confieso que me enfermé.
Es verdad que las empresas formales no participan en el mercado no oficial, pero indirectamente también dependen de él a través del suministro de proveedores locales altamente dependientes de ese mercado.
Es evidente que el gobierno no es capaz de garantizar un abastecimiento pleno con dólares oficiales. Cerrar la puerta sólo hará más obvia su incapacidad. La propuesta de los pragmáticos no es mantener el status quo. Es poner un portero en la tercera puerta. Crear de nuevo un mecanismo de subasta de dólares para bienes no esenciales y garantías, que sirva de válvula de escape para el sector productivo, con lo cual se oxigena el mercado. Sigue siendo una propuesta primitiva... pero al menos pragmática. No se evitaría la fuga de capitales, pues siempre surgirán caminos verdes por los que buscarán mejor destino que una economía cerrada y controlada como esta, pero será más caro y peligroso hacerlo, una condición que, de lo contrario, también tendrá toda la economía en su conjunto.
Por lo pronto, si los ideológicos ganan la batalla, los consumidores no tendrán la leche que quieran... sino tendrán leche si la consiguen.
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