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La buhonería le gana la carrera a Cadivi

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Adquirir los dólares necesarios para el cine en Venezuela puede durar meses

DANIEL FERMÍN
eluniversal.com


La dificultad para conseguir divisas también afecta al cine en Venezuela. Películas que nunca llegan a la cartelera nacional, estrenos que son proyectados con retrasos prolongados, elevados costos que afectan la producción local. Un cúmulo de consecuencias que perjudica a al sector: cineastas, distribuidores y espectadores. A todos, menos a los buhoneros.

La tramitación, a través de la Comisión de Administración de Divisas (Cadivi), se hace eterna. "Pone muy lento el proceso. Hay películas que llegan mucho tiempo después de su estreno por eso", aseguró José Pisano, directivo de la distribuidora Cinematográfica Blancica. "Primero se firma un contrato. Luego, hay que legalizarlo, apostillarlo, introducirlo. Esperar una aprobación para poder pagar la garantía mínima, que es el primer pago al productor del filme. Y una vez que haces este procedimiento, tienes que hacer lo mismo para las copias", explicó.

Así, importar un largometrajes que no pertenece a los grandes estudios de Hollywood puede tardar varios meses. "El tiempo de Cadivi es uno y el del cine es otro. Los estrenos no salen a la velocidad que el cine lo requiere", dijeron desde Cines Unidos. La principal empresa exhibidora adquiere cada copia nueva de una película a unos mil dólares, tras adquirir el certificado de no producción en el Ministerio del Poder Popular para el Comercio (Milco).

El alto costo de los materiales, también dificulta el proceso. Y por tal motivo, organizaciones como el circuito Gran Cine trabaja con convenios. Nada de Cadivi ni trámites engorrosos. "Nosotros cancelamos con promoción. Los distribuidores internacionales nos ven como aliados para que sus películas puedan apreciarse en el país. Presentamos informes en el que mostramos que la promoción tuvo un saldo equivalente a su costo", detalló Bernardo Rotundo, el presidente de la institución dedicada a la exhibición de cine de arte.

Lo de Gran Cine es una excepción. O una manera de encontrar otros caminos. Pero tiene sus desventajas: los acuerdos que se logran vienen con pocas copias de los largometrajes. Por ejemplo: Carlos (Olivier Assayas, 2010), que acaba de llegar con 10 copias, o Me enamoré en París (Christophe Barratier, 2008), que vino con un trío de cintas, tres años después de su estreno en su país.


Me vol pal' norte

La industria cinematográfica venezolana depende del mercado internacional. No sólo para importar los largometrajes, también para los equipos que se utilizan en el país. Casi todo se compra fuera de aquí.

Ahí, el Estado juega un papel fundamental. Las empresas están subordinadas a ello. "El control de cambio ha retrasado el equipamiento de salas con tecnología digital. Me atrevería a decir que Venezuela es, dentro de la región, el país que menos tiene. Naciones más pequeñas tienen más salas digitales. Y básicamente se debe a eso, que dificulta la apertura de nuevas salas. Todo el equipo viene de afuera", explicó Pisano. Así, mientras se aprueba el proceso, cada vez más buhoneros copan las calles venezolanas.

Los distribuidores no son los únicos afectados por el control cambiario. También están los productores y los cineastas. Sí, para hacer cine en Venezuela también hay que pensar en los billetes verdes del norte.

Factor RH, una empresa que ha producido, entre otras, Puras joyitas y La hora cero, ha sufrido por el manejo de las divisas. "El no disponer de dólar preferencial para la traída de la cinta hace que el revelado sea más costoso. Igual que los trailers y todo eso. Nos aumenta el costo de los equipos, de los bombillos para las luces", explicó Rodolfo Cova, productor ejecutivo de la organización.

Su empresa ofrece un servicio completo de producción, incluido los equipos audiovisuales y de laboratorio. Mucho de ello lo obtiene por su cuenta. "El Centro Nacional Autónomo de Cinematografía (Cnac) te ayuda a tramitar algunas cosas con Cadivi, pero son pocos los procesos que pasan por ahí", indicó el también coproductor de El enemigo y Taita Boves.

"Una copia de una película, dependiendo del minutaje, te vale 10 mil 0 12 mil bolívares, a dólar no oficial. Si tu vas a salir con 20 copias, se pierde una buena cantidad de dinero al no contar con dólar Cadivi", agregó Cova, que maneja su empresa desde junio de 2006.

Como los productores, los cineastas venezolanos son otros perjudicados. "Cuando un cineasta recibe recursos del Cnac, esos recursos valen menos con el paso del tiempo. La inflación se come tu presupuesto y si quedas varado por alguna diligencia que tenga que ver con divisas, es terrible", dijo Luis Alberto Lamata, director de largometrajes como Jericó o Desnudos con naranjas.

Y aunque los presupuestos están hechos en bolívares, hay que tener moneda extranjera. "Por ejemplo: en el caso de Taita Boves, queríamos unos efectos especiales de maquillaje para los cuales no hay en Venezuela la experiencia para realizarlo. Contratamos a un profesional mexicano y lo hicimos en dólares. La diligencia con Cadivi se retrasó tanto que fue un dinero que tuvimos que pagar con dólares nuestros", contó Lamata. A veces, el mercado paralelo es la única opción.


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